ChillánÑuble y su gente

Josefina y Raquel: Forjadoras de la solidaridad hecha acción

Corría el año 1986 y un grupo de mujeres unidas por el pensamiento laico daba vida a una de las obras más respetadas por la comunidad de Chillán, se trata del Comedor Universitario AMEM, cuya sigla lleva consigo los nombre de los hasta entonces tres Centros Femeninos Paramasónicos con los que contaba la hoy capital del Diguillín. Dos mujeres han permanecido en su administración voluntaria durante ya 32 años, preocupadas de cada detalle para atender de la mejor forma a los más de 20 jóvenes que almuerzan de manera gratuita en este comedor.

Josefina Rodríguez y Raquel Bustamante son socias de los Centros Femeninos y fundadoras del Comedor, mujeres reconocidas en su institución por llevar adelante los principios de la fraternidad y del amor en cada acción.

Líderes por naturaleza, buscaron beneficiar y apoyar a jóvenes universitarios que no tenían cómo pagar un almuerzo y que están lejos de sus familias, en su mayoría peligrando desertar sus carreras por no tener cómo alimentarse. Así surgió esta idea que parte como obra social, pero se materializa como toda una organización sin fines de lucro.

Josefina y Raquel son parte de los turnos semanales para las compras de alimentos y a la vez acompañamiento de los jóvenes. ¿Cómo nace esta idea? “Observando nuestro entorno de ciudad universitaria y a muchos jóvenes que no podían financiar el costo de sus alimentos en época de clases”, señalaron.

El comedor ha logrado cautivar no sólo a las logias locales y centros femeninos, sino también a la comunidad del Colegio Concepción y a algunas familias que aportan de vez en cuando con importantes donaciones en alimentos para ser preparados por una manipuladora que es contratada para estos fines.

Ambas mujeres, han postergado en forma silenciosa a sus familias por un bien superior, dar la oportunidad a otras familias de contar con una ayuda indispensable, alimento para sus hijos, cada día, durante todo el año lectivo. Los alumnos ya se pasan el dato y se inscriben a inicio de año. Pero ellas no sólo apoyan su alimentación, también variados casos les ayudan con ropa formal cuando tienen que realizar sus prácticas y cama para que habiliten sus dormitorios.

Para ellas, este comedor es una gran satisfacción, es parte de sus vidas y de cierta manera los alumnos y alumnas que las visitan cada día, también las sienten a ellas parte importante de sus jóvenes vidas.

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